A los paisas se nos reconoce por tumbadores, habladores, alegres, entradores, sinceros, recursivos, trabajadores, madrugadores, aventureros, enamorados y exagerados sobre todo para comer. Pero cuando vemos a un muchacho comer más de la cuenta le decimos tragaldabas; claro está que es difícil pasar por el guargüero un picaporte, pero no faltará el paisa que lo haya hecho.
En todas las familias antioqueñas existe el ejemplar de tragón, glotón, troglodita y voraz al que todos citan en las conversaciones de cocina, como gargantas que desocupan una olla industrial en una sentada, y otros que comen poquito pero seguidito, seguidito; estos últimos, los más peligrosos pues exterminan un gallinero o una pocilga sin que nadie lo note.
Aquí, mi querido lector, le presento una lista de comparaciones para que usted la complemente a partir de la observación de su novia, de un amigo o familiar al que es bueno no acercársele mucho cuando está hambriado.
Come más que sacapuntas oxidado en un lápiz chino.
Come más que un recién liberado de la guerrilla.
Come más que una gotera.
Come más que presidiario en día de visita.
Come más que un agujero negro.
Come más que una tarimada de bobos.
Come más que seminarista en vacaciones.
Come más que un bobo administrando una fritanga.
Come más que un sarrucho en un bollo.
Come más que ……………………………………………………………
Juan
Manuel Pérez
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