(dicho paisa)
Un bollo antioqueño no es
exactamente un pan de maíz o de harina con algunas especias apetitosas que se
ofrece en la costa colombiana; para
nosotros los paisas un bollo es otra
cosa muy distinta: lo más insoportable y que no merece presentación para la
nariz ni para los ojos, dada su naturaleza y procedencia.
Ahora bien, para comprender mejor
aquello de “salir con bollo al hombro” debemos recurrir a la historia. Fue precisamente
un sabio griego de nombre Arquímedes quien se encontraba nadando en un estanque, cuando de pronto notó que no estaba solo en la
superficie del agua; al lado de su cabeza venía un bollo del tamaño de un
plátano hartón, el cual no se alejaba de su oreja por mucho que el anciano maniobrara
para tomarle ventaja.
Arquímedes, que de por sí era un
sabio muy reconocido en la Grecia Antigua,
determinó sumergirse hasta el fondo de la cisterna con el fin de liberarse de
tan putrefacta compañía, pero para su desgracia, la caca se quedó muy campante en
la superficie, a su espera como si se
tratase de un salvavidas, así que el
sabio emergió del estanque con el bollo al hombro y gritando, EUREKA, EUREKA,
EUREKA, esto es, ya lo encontré”.
Claro está que este famoso genio
de Siracusa no estaba buscando exactamente una deposición en el Mediterráneo;
no, él indagaba por explicar que todos
los cuerpos, incluyendo un bollo de cualquier calado y proporción, perdían parte de su peso dentro de un
líquido.
De la anterior leyenda
escatológica pero científica se lucró muy bien la cultura antioqueña para
extraer el famoso dicho aplicable a cualquier
persona que después de pregonar que posee algún conocimiento o experiencia en
esto o en aquello y no muestra resultados, termina “saliendo con bollo al
hombro”.
Juan Manuel Pérez
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