En nuestras
montañas paisas cuando alguien resultaba de la noche a la mañana gastando mucho
dinero porque mandó a remodelar la casa, compró una casa nueva, un carro o una
finca se hacían muchos comentarios:
- Don Chucho debió ganarse una lotería, ¡con esa forma de gastar!
- Lo que me comentó Doña Josefina, la vecina de al lado, fue que en el solar de la casa encontraron un entierro; que en la casa se sentían muchos ruidos por la noche y que se veían luces en el solar, entonces se pusieron a buscar y encontraron un entierro con vasijas llenas de oro.
- Ah! ....
Entonces fue que se “enguacaron”.
- ¿Se ”enguacaron”?
…. Y ¿eso qué es?
- Pues que
se encontraron una guaca. Las guacas son entierros de tesoros, pero no son
fáciles de encontrar. Las guacas se anuncian; Don Moisés el dueño de la finca
El Alto de la montaña contó que de camino a su casa, en un despoblado, ha visto
luces y que eso era un entierro que lo llamaba a que lo desenterrara.
- ¡cómo así!
Y ¿no lo desenterró?
- Al otro día cavó allí donde vio las luces
hasta que sintió que se hundía, pero le dio miedo y no siguió, porque dicen que
en cada entierro hay un alma en pena y la forma de liberarla es sacando el
entierro. ¡Guaca sin espanto, no es guaca!
- Entonces
¿qué pasó?
- Al otro
día regresó y el hueco estaba inundado de agua, no pudo sacar nada. No volvió a
ver las luces.
- ¡Eh ave
María pues! Entonces ¿cómo hace uno para “enguacarse”?
- Si uno ve
luces o si oye ruidos, entonces dice “de parte de Dios todo poderoso y la
Virgen santísima ¿qué quiere?” Entonces, si la guaca va a ser de uno, seguirá
llamándolo hasta que la encuentre. Si “usté” quiere “enguacarse”, tiene que
atisbar muy bien, sobre todo los jueves Santos, ojalá a la medianoche, pero el
mejor día para sacar los entierros es el Viernes Santo a las doce de la noche,
porque dicen que es más fácil que uno se los encuentre. ¡Son días sagrados! El
entierro aparece como una luz o bola de fuego que va guiando a quien la ve. Se
debe de ir solo o acompañado por otras dos personas, siempre en impares.
- Y, ¿eso es
todo?
- No, para
encontrar una guaca hay que hacer unos rezos, llevar agua bendita y una cruz y
no puede haber envidia ni avaricia porque entonces se desaparece, se vuelve
polvo. Pero si vas con alguien de mal corazón la “hijueputa” se cierra.
Ahí sí no hay nada que hacer.
El anterior
es tan solo uno de los innumerables cuentos acerca de las guacas y hace parte
del relato que me hizo un campesino en una vereda de Aguadas, fruto de la
tradición oral; pues guaca para los campesinos como para los conquistadores
españoles no es más que un tesoro enterrado, que además tiene una connotación
pagana, pues los intrusos no se preocuparon por comprender la cosmogonía de los
aborígenes, sino de someterlos obligándolos a cambiar su nombre bautizándolos
en la iglesia católica, espoliar sus riquezas y saquear sus lugares sagrados.
Huaca es un término panandino común a las dos principales lenguas de los Andes, el qhichwa (waqa) y el aymará (wak’a); por lo demás es un importante concepto que representa lo sagrado en la religión andina, pues para ellos esa variedad de lugares y objetos naturales y de obra humana (divinidades nativas, piedras, rocas, montañas, cerros, fuentes, ídolos), los santuarios dedicados a aquellas divinidades y las cuevas y enterramientos en que se encontraban tesoros eran la clave de su pensamiento religioso y de su práctica ritual [i] . Así que el estudio y análisis del uso y significación de huaca es de gran importancia para cualquier intento de comprender la religión y cosmología andinas.
Como el propósito de este escrito no es adentrarnos en argumentos y explicaciones sociológicas nos quedaremos en que una práctica común entre los indígenas cuando fallecía alguien, consistía en sepultarlo con algunas de sus pertenencias, tales como mantas, ollas, ornamentos, utensilios de uso personal y oro.
Cuenta la historia que cuando, Jorge Robledo acampó en territorio de Murgia, los indígenas, para evitar que los conquistadores españoles se apoderaran sus pertenencias, optaron por enterrarse con sus tesoros, y los pocos que quedaron vivos se presentaron desnudos pues habían enterrado las suyas. Se dice que el conquistador le preguntó a una indígena que donde había quedado el principal tesoro y ella le respondió: al subir y bajar las azules. Él debió quedar rojo de la ira y luego pálido al tenerse que quedar con ese enigma que nunca fueron capaces de descifrar.
La cantidad de guacas que había en el territorio de Murgia es el origen del nombre de Guaca con el cual se conoció al actual municipio de Heliconia.
Allí, desde tiempos
remotos se explotaba la sal por los indígenas y hasta muy avanzado el siglo XX
se consumió la sal de Guaca que se presentaba ecológicamente envasada en
capachos elaborados con guasca proveniente de la corteza de la mata de plátano.
Era bien reputada y muy consumida además por los carniceros para salar la carne como
sistema de conservación en ausencia de las neveras.
En cuanto al
berraco de Guaca, es necesario admitir que es un tema que oscila entre el mito
y la realidad con varias versiones; la más plausible nos muestra a un marrano
padrón que no se dejaba encerrar en ningún chiquero; vivía en libertad, pero no
había muro, ni cerca, ni chiquero que lo atajara cuando de “coger” a una
marranita se trataba, pues en esos menesteres era el Berraco de Guaca. No hubo entonces marranita que se le
escapara; todas fueron suyas. Por eso será que se piensa que el que es berraco
con una sola güeba tiene.
Reza la
leyenda que el animal había crecido tanto y eran tantos los daños que hacía que los
pobladores de Heliconia emprendieron la cacería del mismo, logrando capturarlo y
sacrificarlo. Ese día se hizo fiesta en el pueblo y se repartió carne a todos
los pobladores. A partir de aquel dicen que en las noches se aparece un marrano
de gran tamaño que ahora es mito en el municipio y hace parte de sus
tradicionales fiestas.
En el parque
de Guaca, hoy Heliconia, hay un monumento a su memoria y las muchachas creen
que si le acarician las bolas y luego se montan en él. tendrán buena suerte
para conseguir marido.
Francisco Arango
Mejía
[i] EL FLUJO DE LA VIDA HUMANA:
EL SIGNIFICADO DEL TÉRMINO- CONCEPTO DE HUACA EN LOS ANDES / Astvaldur
Astvaldsson
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