Este lagarto no hace parte de la fauna política colombiana que crece y se multiplica silvestre como una verdadera plaga; no tiene apellidos de rancio abolengo como Holguín, Santos, Ospina, Samper, Galán o Valencia; ni de emergentes como Vásquez Velázquez, Escobar Gaviria, Ochoa Vásquez o Rodríguez Orejuela.
El caimán es una especie de lagarto en vía de extinción que se identifica con el paisano de a pié, con el ciudadano elemental de poca formación que rebusca su manutención en actividades simple e informales y que lo hace particularmente en el sector del transporte.
Hace muchos años, más de 45 a 50 años, el medio de transporte de los paisas en las modalidades intermunicipal y el urbano en Medellín era el camión de escalera; el tráfico no era complicado y las normas de tránsito eran laxas y ese medio de transporte requería de un auxiliar del chofer a quién se lo denominaba con el título de “fogonero” cuyas funciones eran verdaderamente importantes, pues era quien pregonaba el itinerario del viaje, cuidaba de los pasajeros que subían a la escalera o bajaban de ella, subían y bajaban los bultos y paquetes del capacete, informaban al chofer cuando podía reanudar la marcha, cobraban los pasajes, soltaban las carpas cuando llovía y las recogían cuando escampaba; soportaban al chofer cuando había dificultades en la carreta, tales como cambios de llantas, pegadas en el barro, curvas peligrosas y otras eventualidades; se ocupaban además del aseo del vehículo.
El fogonero en desarrollo de sus actividades aprendía a mover el camión y a fuerza de hacerlo el chofer lo dejaba manejarlo por tramos, es decir, le daba una “caimaniada”, hasta que finalmente en jornadas entera sustituían al chofer y se convertía en “caimán”; cosa que disgustaba sobremanera al dueño del camión.
Ascendía de fogonero a caimán y cuando lograban adquirir la patente de conductor ascendían a chofer.
Más adelanta, el camión de escalera fue desplazado por el bus y así desapareció el puesto de fogonero y apareció el cargo de “alistador”
El alistador se desempeña aseando los buses en las terminales y allí tienen la necesidad de mover los buses con lo cual se preparan para ocupar los cada vez más escasos puestos de “caimán”-
- Oites vos, ¿qué estadas haciendo?
- Yo. Ahí caimaniando.
En general todo aquel que conduce un vehículo de servicio público sin ser el chofer oficial, es un caimán.
Francisco Arango Mejía
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