Pese a que mostró su gastado,
fatigado y pálido fundillo, que fue visto por todo el país y recorrió los
noticieros de México, España, China y Japón, no es del Senador Antanas Mockus
de lo que hablaremos en el presente texto; aun así, no sobra decir que dicho acto suscitó comentarios
jocosos y rabiosos, de apoyo y de rechazo.
El protagonista al dar la espalda y mostrar su lívido trasero solo tenía como fin llamar al orden al irrespetuoso Senado de la República que
no escuchaba lo que planteaba algún Colega que hacía lo propio de un parlamento;
allí no hubo violencia ni detrimento de honra alguna sino que, por el contario, fue
una elocuente lección en lenguaje no verbal de lo que significa la
expresión “a calzón quitado”, o quitao
como dicen en el país paisa.
Otro ejemplo no menos elocuente se
evidencia en el dicho popular: “los niños y los borrachos siempre dicen la
verdad”, en otras palabras, hablan “a calzón quitao”.
Cuando alguien pronuncia la frase
“a calzón quitao” es porque está en una situación en la cual dos o más personas
hablan o discuten sin tapujos, sin reservas, sin guardarse nada, exponiendo
muchas cosas que hasta ese momento estaban ocultas o no se expresaban con total
libertad o transparencia. Es decir, que se hablará sin acudir a eufemismos como se
acostumbra en este país, o sin “pelos en la lengua”.
La imagen que bosqueja la frase nos
permite inmediatamente imaginar que los protagonistas de la acción, al estar
sin calzón, están desnudos, no como demostración obscena, sino porque no hay
nada que ocultar ni esconder debajo de la ropa.
El origen de la frase puede
remontarse a una época muy antigua en la cual los enfrentamientos de hombres
cuerpo a cuerpo solían hacerse sin ropa. Esto era una práctica muy común en la
llamada lucha libre, luego denominada lucha greco-romana. Esta modalidad
perduró hasta el siglo XIX en algunos cenáculos aristocráticos europeos.
Otras interpretaciones de su
origen surgen de prácticas de interrogatorio y castigo utilizadas en las
centrales de inteligencia que consisten en quitarle la ropa al detenido como
parte de la tortura para la obtención de información.
Francisco Arango Mejía
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