La gran mayoría de los dichos, refranes y proverbios antioqueños están relacionados con los quehaceres del campo y por supuesto con la indumentaria, los aperos, los espacios, siendo la cocina el más central de la vivienda, pues allí no solo se cuecen los alimentos sino que también es el lugar para compartir y dialogar, aprovechando el calor del fogón de leña.
Precisamente, sobre el hornillo donde rumba la candela se curan los chorizos y la carne salada colgados del garabato, la nevera de aquella época. La leña, entonces, alimenta el fuego. Con una de esas astillas al rojo vivo los adultos encienden el tabaco o el cigarro y los chicos juegan peligrosamente voliándolo al aire al estilo de las luces de bengala de los juegos pirotécnicos.
Tal vez el tizón voliado es asociado al movimiento del miembro viril de quien corre o camina en pelota por la casa. “A mí no me importa beber, ni fumar ni andar en pelota”, decía el poeta Ramón Pérez de Ayala, en 1921. Pero si don Ramón hubiera sido totalmente lampiño, quienes lo veían a diario dirían que el viejo andaba por ahí todo biringo, dado que esta palabra corresponde a una raza de canes sin pelo propia del Perú. No faltaría tampoco el titular en El Colombiano: “Encontramos borracho, a tizón voliao y echando humo al patrimonio nacional de los Incas”.
Juan Manuel Pérez S.
La gran mayoría de los dichos, refranes y proverbios antioqueños están relacionados con los quehaceres del campo y por supuesto con la indumentaria, los aperos, los espacios, siendo la cocina el más central de la vivienda, pues allí no solo se cuecen los alimentos sino que también es el lugar para compartir y dialogar, aprovechando el calor del fogón de leña.
Precisamente, sobre el hornillo donde rumba la candela se curan los chorizos y la carne salada colgados del garabato, la nevera de aquella época. La leña, entonces, alimenta el fuego. Con una de esas astillas al rojo vivo los adultos encienden el tabaco o el cigarro y los chicos juegan peligrosamente voliándolo al aire al estilo de las luces de bengala de los juegos pirotécnicos.
Tal vez el tizón voliado es asociado al movimiento del miembro viril de quien corre o camina en pelota por la casa. “A mí no me importa beber, ni fumar ni andar en pelota”, decía el poeta Ramón Pérez de Ayala, en 1921. Pero si don Ramón hubiera sido totalmente lampiño, quienes lo veían a diario dirían que el viejo andaba por ahí todo biringo, dado que esta palabra corresponde a una raza de canes sin pelo propia del Perú. No faltaría tampoco el titular en El Colombiano: “Encontramos borracho, a tizón voliao y echando humo al patrimonio nacional de los Incas”.
Juan Manuel Pérez S.
No hay comentarios:
Publicar un comentario